Marta, tú no le hagas ni caso.
Spoiler:
En este capítulo, la conversación entre Marta y Fina comienza de manera ligera, centrada en los recientes logros de ventas y las fotos de Teo. Fina, sorprendida por la cantidad de productos vendidos, especialmente los perfumes “Anhelos de mujer” y “Dulces sueños de la reina”, se muestra nostálgica, comentando que el negocio atraerá a muchas nuevas madres. Aunque intenta no presionar a Marta con el tema de la maternidad, sus palabras insinúan la preocupación por las expectativas que Marta podría estar enfrentando.
De repente, la llegada de Gema interrumpe la charla, añadiendo una nueva capa de tensión. Gema, con su energía y presencia, tiene la capacidad de cambiar rápidamente el tono de cualquier conversación. Viene del almacén para reponer productos, ya que las ventas han sido tan buenas que se necesitan más existencias de las habituales. Fina, al ver a Gema, se disculpa con Marta, pues pensaba que Gema ya había partido. Es en este momento cuando Gema aprovecha para elogiar las fotos de Teo, afirmando que el niño es tan guapo que parece salido de una revista. Ella, con tono optimista, predice que Marta recibirá encargos de otras madres, y promete ayudar a difundir su trabajo.
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Aunque Marta se muestra inicialmente reacia, la idea de un trabajo extra le resulta atractiva, y acepta la sugerencia con una sonrisa. Gema, en tono juguetón, incluso hace bromas sobre las comisiones que podría recibir. Sin embargo, la conversación toma un giro más serio cuando Gema menciona la luna de miel de Marta. Su comentario sobre la cancelación del viaje, supuestamente debido a la saturación de trabajo de Pelayo, deja entrever que las tensiones personales también están presentes en la historia. Gema, optimista, espera que pronto puedan disfrutar del viaje, pero le advierte a Marta que si Pelayo es nombrado gobernador civil, él no tendrá tiempo ni para respirar. Marta asiente, consciente de la presión que eso conlleva.
Cuando Gema se va, Fina aprovecha para advertir a Marta sobre lo persistente que puede ser Gema, sugiriendo que si algo se le mete entre ceja y ceja, no se detendrá hasta conseguirlo. A pesar de su reticencia inicial a tomar más encargos de fotografía, especialmente si se siente presionada, Fina la anima, asegurándole que su talento es innegable y que, cuando existe ese don, no hay obligación que valga. La conversación termina con Marta pensativa, no solo por la posible avalancha de encargos de fotografía que se avecina, sino también por la creciente presión y las expectativas de Gema.
Este capítulo refleja cómo las expectativas externas pueden influir en las decisiones de Marta, mostrándonos a través de Gema y Fina cómo los intereses personales y las presiones profesionales se entrelazan en la vida de la protagonista.