Un encuentro marcado por el dolor, la impotencia y las palabras que ninguno quería pronunciar.
En la mansión de Saffet, y tras vivir una noche de bodas marcada por la humillación y el silencio, Suna consigue encontrarse a solas con Abidin.
Pocos minutos, pero suficientes para romper todo lo que todavía quedaba en pie entre ellos. Suna le confirma que se ha casado y, aunque Abidin ya lo intuía al verla allí, escucharlo en voz alta lo deja completamente roto.
Él le pregunta qué ha pasado, qué le han hecho. Pero Suna, con miedo, apenas responde: “No me hicieron nada”. Sabe que no pueden hablar mucho más y le pide que se marche, que podrían descubrirlos. Y él, desesperado, le grita con rabia: “No valías la pena”.
Suna vuelve a la mansión sin mirar atrás, llorando y con el corazón encogido. Esto ha sido una despedida amarga, marcada por el miedo, la presión… y lo que nunca pudieron ser.
