📌 SPOILER – “Hola, buenos días. Aquí retransmitiendo…”
Desde mi pequeño rincón de descanso, rodeado del ambiente relajado de mis vacaciones, hoy me he propuesto no dejarte sin tu dosis diaria de La Promesa. Porque, más allá de la historia que se desarrolla frente a las cámaras, lo verdaderamente importante es que tú, que me lees o me escuchas, te sientas acompañado, arropado y con un rato agradable por delante.
Y es que, en el majestuoso palacio que tantas veces hemos recorrido juntos, se prepara una batalla… pero no una de esas que estallan con gritos en el gran salón o en el hangar. No. Esta vez el enfrentamiento se gesta en un escenario mucho más silencioso, discreto y estrecho: los pasillos del servicio.
De un lado, Petra Arcos, una mujer acostumbrada a moverse entre sombras, a conocer cada rincón y cada rumor. Del otro, Cristóbal Ballesteros, el nuevo mayordomo, un hombre metódico hasta la médula, recién llegado para imponer orden. Dos trenes avanzando a toda velocidad, destinados a chocar.
Para situarnos: Rómulo Baeza, mayordomo jefe de toda la vida, ya se ha despedido. Su retiro ha dejado un vacío enorme y, en su lugar, se ha instalado Cristóbal Ballesteros. Un profesional discreto, de mirada penetrante, que no necesita levantar la voz para hacerse respetar. Con él, han cambiado las normas y, lo que es más importante, el clima del servicio.
Todo llega justo en el momento en que el padre Samuel regresa, y es ahí donde la tensión se enciende. Petra, leal como pocos, ha decidido que no va a permitir que traten al sacerdote como un estorbo. Para ella, Samuel no es solo un conocido: es un faro en medio de muchas culpas y recuerdos que la atormentan. Cuando alguien te ha ayudado a salvar el alma, no se mide el protocolo; se responde con gratitud y defensa incondicional.
El viernes pasado vimos la escena: Samuel volvió y, al quitarse la bufanda, todos pudieron ver el alzacuellos. María, sorprendida, le preguntó si había regresado al sacerdocio. La tensión se palpó en el aire. En paralelo, Ballesteros movía ficha. Quería orden, jerarquía, saber quién duerme dónde y bajo qué normas. Y claro, para él, hospedar a Samuel en las habitaciones del servicio era poco práctico y fuera de lugar.
Pero Curro, con su calma habitual, intervino para dejarle claro que fue el propio marqués quien autorizó que Samuel viviera allí, compartiendo habitación con él, mientras la casa parroquial está en reformas. Esa sola frase, respaldada por la autoridad del marqués, supuso un golpe directo a las pretensiones de Ballesteros. Puede que organice el servicio como un reloj, pero hay decisiones que, viniendo de arriba, no admiten réplica.
Petra recogió ese hilo y lo reforzó: si el marqués ha decidido que Samuel es de la casa, entonces merece el mismo respeto que cualquiera. Y ahí está el núcleo del conflicto: dos visiones opuestas, con un objetivo común.
Para Ballesteros, el servicio es una maquinaria precisa. Una pieza que se sale de su sitio puede bloquear todo el engranaje. No tolera improvisaciones ni excepciones. Petra, en cambio, se guía por códigos emocionales. Ella ve en Samuel a la persona que la ayudó en sus peores momentos. Donde Ballesteros ve procedimientos, Petra ve humanidad.
Y mientras tanto, Samuel queda atrapado entre ambas fuerzas. Uno defiende la norma, la otra defiende la lealtad. En La Promesa, cuando dos verdades chocan, no siempre gana la más noble, sino la más constante. ¿Quién aguantará más?

Si Ballesteros logra imponerse, Samuel quedará como un invitado incómodo y Petra perderá parte de su poder en las sombras. El servicio funcionará con precisión, pero sin alma. Si Petra consigue ganar, Ballesteros verá cuestionada su autoridad desde el primer minuto, y volverán las redes de favores y alianzas internas.
En medio de todo, María Fernández, con sus propios problemas sentimentales, y Curro, con su paciencia, actúan como bisagras entre ambos bandos. No esperes un estallido inmediato: esta no es una guerra de pólvora, sino un duelo de ajedrez. Ballesteros moverá piezas según el reglamento, Petra con instinto y astucia.
Samuel, sin pretenderlo, reescribe las reglas solo con su presencia. Y la gran pregunta sigue en el aire: ¿quién se impondrá en la lucha por el padre Samuel? ¿La norma de Ballesteros o la lealtad de Petra?
Lo que está claro es que, durante esta semana, las piezas seguirán moviéndose y nosotros estaremos aquí para contarlo, porque este choque promete durar.