Los recuerdos del pasado han vuelto a la mente de Seyran, reviviendo el dolor que creía haber dejado atrás. En su mente, ha recordado uno de los momentos más oscuros de su infancia: cuando su padre pegaba a su madre solo porque no había planchado su camisa.

Aquella noche, Esme protegió a sus hijas como pudo, impidiendo que Kazim también les hiciera daño. Fueron tiempos difíciles, llenos de violencia y miedo, marcados por el sometimiento.

Pero Seyran ya no es la niña indefensa de entonces. Al compartir su pensamiento, ha dejado claro que ha roto con el pasado y con el control que alguna vez tuvieron sobre ella. “Las manos de mi madre estaban atadas, pero las mías ya no”.

Con más firmeza que nunca, Seyran ha reconocido que si hubiera sabido todo lo que sabe ahora, jamás habría aceptado casarse, ni siquiera bajo la presión de Hattuç. Ya no está dispuesta a ser una víctima. ¿Es este el final de Seyran y Ferit? ¿De verdad quiere empezar un nuevo camino sin él?