Sueños de Libertad Capítulo 325 – ¿Andrés quiere proteger a María por amor, culpa o temor?
📺 Spoiler narrado del capítulo completo – Un regreso que lo cambia todo
El capítulo 325 de Sueños de Libertad se sumerge en el abismo emocional de Andrés, quien se enfrenta a una noticia que marca un antes y un después en su vida: María ha perdido la movilidad en las piernas tras su trágico accidente. La devastadora verdad llega como un puñal, removiendo en Andrés no solo tristeza, sino una profunda culpa que lo arrastra hacia el pasado.
Consumido por ese sentimiento de responsabilidad —como si todo lo vivido fuese una consecuencia directa de sus propias decisiones—, Andrés toma una decisión impulsiva: regresar al hospital y prometerse a sí mismo que no dejará sola a María, cueste lo que cueste. Lo que aún no sabe es que ese gesto podría tener un alto precio emocional… sobre todo en su relación con Begoña.
La historia comienza en el despacho de Damián, donde Marta conversa con él hasta que Begoña entra con el rostro desencajado: trae consigo la peor noticia posible. Con voz entrecortada, les dice que María ya no volverá a caminar. El silencio llena la habitación, y cada personaje procesa el impacto a su manera.
Aunque el abogado ya está informado, Marta, siempre calculadora, ve más allá del drama humano y suelta una advertencia fría: si María decide denunciar, deberán estar preparados. Begoña, todavía conmovida, no cree que eso ocurra. Cree que María sabe que fue un accidente. Pero Marta insiste: María y la realidad nunca se han llevado bien, y es mejor hablar con el abogado Ramayo por si acaso.
Damián interviene, señalando que más allá de cualquier juicio, esta situación obliga a Andrés a asumir un rol que quizá no desea: el de esposo protector y presente, aunque su corazón ya no esté allí. Marta se opone con vehemencia. Recuerda cómo María destruyó a su hermano. Pero Damián le responde con cautela: aunque apoyaron que María se fuera de la casa, esta nueva realidad lo cambia todo. Mira a Begoña, que permanece callada, pero en su rostro se reflejan mil emociones. Miedo, tristeza, inseguridad… y una pregunta no formulada: ¿está a punto de perder a Andrés?
La noche cae, y en un pasillo silencioso del hospital, Andrés llega a ver a María. El ambiente es solemne, las luces son tenues. Abre la puerta de la habitación con nerviosismo y la encuentra despierta, pero ausente, mirando el techo. Intenta hablar, pero María no quiere consuelo. Lo acusa de hipócrita, insinuando que lo único que lamenta es que no haya muerto, para poder estar libre de toda culpa.

Andrés niega con calma, aunque la tristeza le pesa. “Fue un accidente”, repite. “Haría cualquier cosa por cambiar lo ocurrido”. Pero María no le cree. Cree que tiene miedo de una denuncia. Él, sin intentar justificarse, le dice que si denunciarlo le hace sentir mejor, no lo detendrá. “¿Entonces admites que me empujaste?”, le lanza ella. “No lo hice… pero sí permití que esto llegara demasiado lejos. Te eché de casa. Soy responsable de eso”, admite Andrés con honestidad.
María, abatida, responde que no tiene fuerzas ni razones para denunciarlo. “¿Para qué? ¿Para verte en la cárcel? ¿Qué gano con eso?”. En cambio, le pregunta: “¿Y ahora qué vas a hacer conmigo?”. La respuesta de Andrés es clara, aunque inesperada: “Te llevaré de vuelta a casa”. María lo mira con escepticismo, casi como si oyera un disparate. Pero él insiste: quiere cuidarla, asegurarse de que no le falte nada.
Ella, dolida, lanza una frase que corta como cuchilla: “¿Ahora vas a darme el cariño que me negaste todos estos años?”. Andrés, sereno, le jura que no piensa dejarla abandonada, que lo hará por ella y por lo que compartieron. María, pese a sí misma, se emociona. Le pide una promesa: “Júramelo. Que dentro de un mes o un año seguirás pensando lo mismo”. Andrés, con suavidad, le toma la mano y se lo jura.
Pero… ¿cuáles son las verdaderas motivaciones de Andrés?
Este gesto de aparente entrega levanta muchas interrogantes:
- ¿Lo hace por amor real, por esa conexión que, aunque fracturada, sigue existiendo?
- ¿O actúa desde la culpa, intentando reparar un error que él mismo no puede perdonarse?
- ¿Quizá es temor a lo que María pueda hacer o decir, y por eso quiere mantenerla cerca?
Aún más inquietante es pensar en lo que vendrá:
- ¿Cómo tomará Begoña esta noticia? ¿Podrá entenderlo o será el principio del fin para su relación con Andrés?
- ¿María aceptará con gratitud el gesto o lo usará como una forma de tener poder sobre él?
- ¿Podrá Andrés cuidar de ella sin destruir todo lo que ha construido con Begoña?
Este capítulo es un punto de quiebre. Una promesa pronunciada desde el dolor, una lealtad puesta a prueba, y una relación que pende de un hilo invisible. El futuro de todos los personajes gira alrededor de esta nueva convivencia forzada. Porque a veces, amar y cuidar no significan lo mismo… y las decisiones tomadas en el nombre del deber pueden arrastrar consecuencias devastadoras.
¿Tú qué opinas? ¿Crees que Andrés podrá sostener esta promesa? ¿María sanará su corazón o se volverá más dura? ¿Y Begoña, lo perdonará o se irá?
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