Hola amigos, hoy les traigo el avance del capítulo 331 de Sueños de libertad (SPOILER)

El episodio arranca en la casa de los Reina, donde Raúl se prepara para dejar la colonia para siempre. Mientras empaca, Andrés entra a la cocina y le pregunta cuándo se va. Raúl le responde que esa será su última noche allí, que ha venido a entregar el uniforme y devolver las llaves del coche. Andrés, preocupado, le pregunta si ya tiene trabajo o un sitio donde quedarse. Raúl, sincero, le dice que no, que irá a Madrid con la esperanza de encontrar algo.

Andrés insiste en que puede quedarse hasta que tenga un plan más claro, pero Raúl se niega. Le agradece su apoyo, pero cree que lo mejor es irse. Andrés, en un último intento, le dice que todavía puede cambiar de opinión, que nadie le va a despedir y que incluso le daría una segunda oportunidad si así lo desea. Raúl, emocionado por la generosidad, le agradece sinceramente. Andrés le deja claro que no es como los demás, y que María —aunque molesta— necesita apoyo. Le pide que actúe con prudencia. Raúl, conmovido, promete hacer lo correcto.

Por otro lado, en la casa de los Carpena, Irene toma café cuando llega don Pedro. Él le comenta con ligereza que estuvo en Madrid, se compró una corbata nueva y almorzó con Digna. Al notar un paquete sobre la mesa, Irene le pregunta si es un regalo de Joaquín para ella. Pedro se extraña, pero Irene le revela que se trata del mismo coñac que usaron para hacerle creer a Joaquín que estaba ebrio.

Pedro intenta minimizar la situación, pero Irene está claramente molesta. Cree que Joaquín sospecha que ellos están detrás del engaño y, aunque no dirá nada, admite que se siente culpable por haber vertido la sustancia en la copa de Joaquín. Pedro le recuerda que si eso se llega a saber, sería su ruina. Irene se enfrenta a él con dureza, reprochándole haberle ocultado durante años el paradero de su hija y advirtiéndole que si sigue traicionando a todos, terminará solo. También le deja claro que si no logra que Joaquín confíe de nuevo, perderá a Digna para siempre.

De vuelta con los Reina, Andrés entra en la habitación de María y le lleva unas revistas y un libro. María le pide que la lleve a la ventana. Aunque agradece el gesto, confiesa que no logra concentrarse en la lectura. Propone salir al mirador al amanecer, pero Andrés le dice que su padre lo ha citado en la fábrica y que no podrá acompañarla.

María, dolida, siente que Andrés tiene otras prioridades. Él trata de tranquilizarla asegurándole que mientras él trabaja, Tacio cuidará de ella. María, entre lágrimas, le pregunta si le mintió al prometer estar siempre a su lado. Andrés le asegura que no fue así y que no está solo en esto, que ambos buscarán a alguien para ayudarla.

Ella, sin embargo, se resiste a la idea de tener una enfermera. Dice que solo lo necesita a él y a Manuela. Andrés, agotado emocionalmente, le responde que también necesita apoyo, pero que cumplirá su promesa. María insiste en que no quiere quedarse sola y le suplica que le asegure que no la abandonará. Andrés le toma la mano y le promete que estará con ella. María, desesperada, le dice que su vida no tiene sentido sin él.

Más tarde, María sale en silla de ruedas y desde el primer piso llama a Andrés, pero quien aparece es Gabriel, el sobrino de don Damián. Él se ofrece a ayudarla, pero María al principio se niega. Finalmente acepta su ayuda para acomodarse en el sofá. Gabriel se presenta formalmente y lamenta no haberla conocido antes.

Durante la conversación, María se muestra irónica y amargada respecto a su estancia en la casa. Cuando Gabriel le pregunta por qué habla así, ella le advierte que no es el lugar ideal, que todo lo que una vez soñó terminó destruido allí. Gabriel intenta animarla con un cumplido, pero María, sin entrar en detalles, le asegura que pronto se arrepentirá de haber llegado a esa familia.

Gabriel, algo desconcertado, le pide que le cuente más, pero María solo le deja claro que esa casa arruinó su vida y que su historia está llena de dolor.