Spoiler: “Sueños de Libertad 350 – Secretos, reproches y decisiones que marcan el destino”
El capítulo 350 de Sueños de Libertad nos sumerge desde el inicio en un día cargado de decisiones que revelan el verdadero carácter de cada personaje. La jornada arranca temprano, como siempre, con don Pedro saliendo a caminar antes de ir a la fábrica. Durante su paseo se encuentra con Gabriel, quien lo saluda con respeto y le agradece por haberlo citado. Don Pedro, con su habitual franqueza, le explica que prefirió encontrarse con él en ese lugar porque disfruta de caminar antes de comenzar el día.
Sin darle oportunidad a Gabriel de plantear su motivo de la reunión, don Pedro va directo al grano: le propone que además de ejercer como abogado de la empresa, asuma el cargo de secretario de la junta directiva. Argumenta que en la última reunión quedó claro que necesitan reforzar el respaldo legal en la toma de decisiones importantes. Gabriel, aunque sorprendido por la oferta, acepta con profesionalismo, asegurando que estará donde se le necesite. Don Pedro le quita peso a la conversación diciendo que es un simple trámite y que su hermana lo formalizará.
Una vez despachado ese tema, don Pedro le da paso a Gabriel para que exponga su inquietud. Gabriel menciona su preocupación por la denuncia contra Diosdado, el hombre que intentó robar en la fábrica. Don Pedro, algo extrañado, le recuerda que ya se había decidido ir a juicio para sentar un precedente firme. Gabriel, con calma, plantea que involucrarse directamente en el proceso judicial podría ser contraproducente para la imagen de la empresa.
Don Pedro no entiende de inmediato el razonamiento, pero Gabriel le explica que si la noticia se hace pública, el caso podría generar rechazo social. La gente no vería a un delincuente, sino a un padre desesperado robando medicinas para su hija enferma, empleada de la misma empresa. Don Pedro, incómodo con el argumento, insiste en que si se maneja discretamente, nadie se enterará y quedarán como una compañía seria que no tolera el delito. Gabriel, sin rendirse, le pide que lo piense, pero don Pedro lo corta tajante: el que debería reflexionar mejor es él.
Con evidente molestia, don Pedro lanza una crítica personal: le pregunta si está siendo influenciado por Begoña, recordándole que ella fue a la cárcel a ver al acusado. Gabriel lo desmiente con firmeza: no actúa por capricho, sino por lo que cree que es mejor para la empresa. Además, le recuerda que ahora, como secretario de la junta, su deber es velar por los intereses colectivos. Don Pedro cambia de tema y le advierte que espera más madurez de él, que no puede andar comportándose como un joven sin control. Le hace saber que su puesto es un acto de confianza que no debe desperdiciar.
Más tarde, Gabriel se refugia en el despacho de Damián, buscando un momento de calma. Allí lo encuentra Begoña, quien le pregunta si necesita el espacio. Gabriel responde que no, que solo quería un poco de silencio. Ella, con una sonrisa, bromea diciendo que en esa casa, eso es casi un milagro. Al notar su estado de ánimo, le pregunta si todo va bien con don Pedro. Gabriel, visiblemente afectado, le responde con una pregunta: “¿Tú crees que algo puede ir bien con don Pedro?” Luego le confiesa su decepción tras intentar convencerlo de retirar la denuncia contra Diosdado.
Begoña se sorprende, ya que nunca le pidió que interviniera. Gabriel le dice que lo sabe, pero que lo hizo porque empatiza con el dolor de ese padre. Aunque no tiene hijos, cree que en una situación así él también rompería las reglas. Begoña, emocionada, valora su gesto y le dice que ahora le cae aún mejor. Entre bromas y sonrisas, la tensión se disipa por un momento. Sin saberlo, Andrés escucha toda la conversación desde fuera del despacho.
Ya en la cocina, Begoña conversa con Manuela. La tranquilidad dura poco, pues Andrés aparece. Manuela se marcha y Begoña también intenta irse, pero él la detiene. Le pregunta si lo está evitando, a lo que ella responde con evasivas. Andrés insiste en que la conoce, que algo le pasa. Begoña le dice que simplemente ha estado ocupada. Andrés, tratando de acercarse, le recuerda que sigue ahí si necesita ayuda. Pero ella le responde con dureza: le pidió ayuda antes, cuando Diosdado necesitaba medicamentos para su hija, y él no hizo nada. Fue junto a Luz que logró asistirlos. Le recrimina su inacción.
Andrés intenta justificarse mencionando el estrés del trabajo, las responsabilidades con María, la presión constante. Pero Begoña no cede. Le dice que la decepcionó profundamente y que lo que más le duele es que ya no queda nada del Andrés que conoció. Él intenta defenderse, diciendo que no le ha dado otra oportunidad, pero ella lo desmiente: sí se la dio, simplemente no respondió. Añade que ya no va a insistir, porque ahora hay alguien que sí decidió ayudar.
Andrés, dolido y celoso, adivina que se refiere a Gabriel. Ella no lo niega. Dice que al menos Gabriel se ha esforzado y ha hecho algo por ayudar a Diosdado. Andrés le lanza una acusación directa: ¿no cree que Gabriel lo hace para ganarse su favor? Pero Begoña, firme, responde que lo que Gabriel ha demostrado es valor, que se enfrentó a don Pedro sabiendo lo que arriesgaba y que no ve doble intención en su conducta.
La discusión sube de tono cuando Andrés, con sarcasmo, comenta que Gabriel no solo desafió a don Pedro, sino que también conquistó el afecto de la mujer de la casa. Begoña estalla. Le exige que diga qué tiene contra Gabriel. Andrés insinúa que no es tan perfecto, mencionando una pelea con el prometido de Cristina. Pero Begoña lo frena: le explica que Gabriel solo se besó con Cristina, y que tuvo la decencia de acudir al dispensario para curarse sin mentiras ni excusas.
Concluye diciéndole que Gabriel al menos ha tenido el valor de reconocer sus errores y corregirlos, cosa que ni Andrés ni ella misma han logrado hacer. Luego se marcha visiblemente molesta, mientras Andrés se queda solo, con el alma revuelta, murmurando para sí mismo: “¿Quién soy yo para dar lecciones?”
Este episodio deja claro que las decisiones del presente están marcando el rumbo de los personajes, y que las lealtades, afectos y culpas están cambiando el equilibrio en Sueños de Libertad. Gabriel gana terreno, no solo en lo profesional, sino en el corazón de Begoña, mientras Andrés parece perder el norte. Don Pedro, imperturbable, sigue moviendo los hilos desde las sombras. ¿Qué consecuencias traerá todo esto? Lo veremos muy pronto.