Avance ‘Sueños de libertad’: Celos, estrategias y una cena que lo cambia todo
En el próximo capítulo de Sueños de libertad, los sentimientos ocultos y los celos desbordados amenazan con dinamitar los delicados equilibrios entre los personajes. Andrés no puede contener más su tormento interno, y lo que debía ser una simple cena familiar se convierte en una escena tensa y explosiva. Desde el primer minuto, su incomodidad ante la cercanía entre Gabriel y Begoña es evidente. Cada mirada, cada gesto compartido entre ellos es como una daga para él. Finalmente, estalla frente a todos, dejando a los presentes en una situación insostenible, cargada de incomodidad y vergüenza.
Mientras Andrés se consume en su inseguridad, Gabriel actúa con inteligencia. Su estrategia para ganarse a Begoña comienza por acercarse a quien más le importa: su hija Julia. En la fábrica, Gabriel demuestra su faceta más fría y calculadora. Con una sonrisa en los labios, revela que mantiene detenida la producción por falta de material, pero en lugar de buscar soluciones, prefiere ver a los demás perder la calma. “Que se preocupen un poco más”, comenta con picardía antes de despedirse amablemente del señor Brosar.
Justo después, se encuentra con Julia, quien está preocupada por un trabajo escolar. Gabriel, recordando el consejo de María sobre cómo llegar al corazón de Begoña, se ofrece a ayudarla con entusiasmo. Hablan sobre la caldera de Taburiente, y entre datos verdaderos y anécdotas inventadas, logra hacer reír a la joven. Julia, con su viveza habitual, se da cuenta de las invenciones de Gabriel, pero lejos de molestarse, se divierte con sus ocurrencias. Incluso dibuja un ciempiés monstruoso para ella, provocando una carcajada compartida. Esa escena marca el inicio de una conexión más cercana entre ellos.
La escena se torna aún más íntima cuando llega Begoña. Al ver a su hija tan entusiasmada, pregunta qué sucede y se sorprende al descubrir que están trabajando en el proyecto escolar. Julia, entusiasmada, le muestra el dibujo y le cuenta todo con alegría. Gabriel aprovecha para lanzar una frase cargada de doble sentido: “La geografía depende de cómo la estudies… o con quién.” Sin que Begoña lo perciba del todo, Gabriel ha conseguido un avance sutil pero significativo hacia su afecto.
Más tarde, durante una nueva comida familiar, la tensión alcanza su punto máximo. Gabriel, Begoña y Andrés comparten la mesa, pero el ambiente es gélido. Andrés no tarda en lanzar comentarios envenenados hacia Gabriel, insinuando que mantiene una relación inapropiada con una compañera de trabajo. Gabriel responde con calma, defendiendo a la joven y manteniendo la compostura. Pero Andrés no se detiene y llega incluso a acusarlo de intentar seducirla antes de poner los ojos en otra mujer. La situación se vuelve insostenible. Begoña, cansada, le pide que pare, pero Andrés sigue, provocando aún más.
Gabriel, harto de las insinuaciones, se levanta de la mesa y anuncia que se marcha para evitar seguir alimentando el conflicto. Su salida deja a Begoña profundamente molesta. Sin dudarlo, se enfrenta a Andrés, cuestionándolo por su actitud. Él, sin rodeos, admite lo que siente: celos. “Gabriel está interesado en ti”, le lanza a la cara. Begoña, con firmeza, le responde: “¿Y qué si lo está? Soy libre y puedo decidir a quién querer.”
Las palabras de Begoña no solo marcan un límite claro, sino que también recuerdan a Andrés un doloroso pasado. Le dice que su exmarido, Jesús, se comportaba igual: celoso, controlador y humillante. La comparación es un golpe directo para Andrés, quien queda solo, atrapado en su frustración y sus emociones reprimidas.
Este episodio deja muchas incógnitas en el aire. ¿Podrá Gabriel afianzar su vínculo con Julia para acercarse aún más a Begoña? ¿Logrará Andrés detener sus impulsos destructivos o seguirá por un camino sin retorno? ¿Begoña se permitirá abrir su corazón o los fantasmas del pasado volverán a cerrarle las puertas al amor?
La tensión emocional y los conflictos latentes prometen un episodio cargado de intensidad y revelaciones. No te pierdas el próximo capítulo de Sueños de libertad, donde las emociones están al límite y cada movimiento cuenta.