Título: Una verdad enterrada, un juicio decisivo y emociones a flor de piel
El episodio 359 de Sueños de Libertad se abre con una escena cargada de tensión entre Don Pedro y Pelayo, quienes se encuentran en un rincón discreto para hablar de algo importante. Pelayo, con rostro serio, saca de su bolsillo unas cartas antiguas que había encontrado en un dormitorio, guardadas bajo llave. Se las entrega a Don Pedro con la convicción de que le interesarán. Intrigado, Don Pedro comienza a leer una de ellas: en ella, Bernardo agradece a su hermano Damián por hacerse cargo de los padres, reconociéndolo como el más noble de los dos. Pero a medida que avanza en la lectura, el tono cambia y se revela un grito desesperado de ayuda. Bernardo confiesa haber tenido que recurrir a prestamistas peligrosos para salvar sus negocios, y que no puede pagar los intereses. Pide ayuda a su hermano, no por él, sino por su familia.
Don Pedro se detiene, impactado, y reflexiona en voz alta sobre cómo Bernardo acudió a Damián cuando ya no tenía salida. Pelayo le entrega entonces una segunda carta, aún más dura. En ella, Bernardo reniega de Damián, acusándolo de haberle dado la espalda a su familia y culpándolo indirectamente de la muerte de su esposa. Don Pedro queda mudo por unos momentos, y luego se indigna por la hipocresía de Damián, quien siempre dice que la familia lo es todo para él, cuando abandonó a su hermano en el peor momento. Pelayo sugiere que tal vez Damián siente culpa, y que por eso trata a Gabriel como a un hijo, intentando compensar el daño hecho en el pasado. Don Pedro considera esa posibilidad, aunque no entiende por qué Gabriel buscaría acercarse a quien traicionó a su padre. Pelayo propone que quizá Gabriel no sabe nada de esta historia. Don Pedro, pensativo, agradece la información y asegura que guardará las cartas hasta que llegue el momento oportuno para utilizarlas.
Más tarde, Don Pedro acude al laboratorio para hablar con Cristina. Le pide a Luis que los deje a solas y comienza la conversación con un tono más conciliador. Se disculpa por su actitud en su último encuentro y le dice que no quiere que tenga una imagen equivocada de su hermana Irene. Cristina, visiblemente dolida, responde con firmeza: Irene la abandonó cuando era un bebé, y por mucho que le haya dado explicaciones, eso no cambia el hecho. Don Pedro intenta justificarse y asegurarle que cree en su talento. Le propone que se quede en la empresa porque tiene un lugar importante allí, no como una pieza en medio de un juego, sino como alguien valiosa. Cristina, aún dolida, le pregunta si le habla como jefe o como familiar. Él responde que como ambos, pero sobre todo como su tío. Le asegura que quiere verla triunfar, y que ya está orgulloso de ella.
En otro escenario, Begoña y Gabriel regresan del juicio. Ella está agotada emocionalmente y le pregunta cuándo terminará todo esto. Gabriel le explica que, tras su testimonio, el juicio ha quedado listo para sentencia y que solo queda esperar unas semanas. Begoña, agradecida, le reconoce el haber actuado con principios y no dejarse manipular. Gabriel responde con humildad, destacando que no lo hizo solo. En ese momento aparece Don Pedro, serio, para preguntar cómo fue el juicio. Gabriel responde que fue bien, pero Don Pedro se muestra visiblemente molesto. Le dice que un conocido del juzgado le comentó que el abogado de la empresa fue demasiado blando. Le recuerda que le había ordenado exigir un castigo ejemplar, cosa que Gabriel no hizo. Este intenta explicarse, diciendo que su papel era mantener el equilibrio, ya que la fiscalía ya era lo suficientemente dura. Don Pedro no acepta sus razones y afirma que lo mejor para la empresa lo decide él. Gabriel se mantiene firme, asegurando que su postura evitó un daño mayor a la reputación de la empresa. Don Pedro, irónico, le dice que se parece a Damián. Gabriel lo toma como un halago.
Mientras tanto, Irene visita a Damián en su casa. Él intenta reconfortarla, asegurando que todo se solucionará. Irene confiesa que hablar con Luz le ha dado paz, y Damián admite con cierta tristeza que le habría gustado ser él quien la consolara. Ella le agradece su apoyo, lo que la llevó a aceptar esa comida con él. También le pide disculpas por haber dudado de sus intenciones. Damián recuerda ese almuerzo y cómo se sintió cerca de ella. Sin embargo, Irene le pide una promesa clara: que no volverá a usarla para herir a su hermano. Damián, muy serio, se lo jura por sus hijos. Le confiesa que lo que siente por ella es sincero y que nunca le haría daño. Irene le cree y le pregunta si entre ellos hay algo más que gratitud. Damián se le acerca, a punto de besarla, pero justo en ese momento aparece Manuela y los interrumpe. Irene, incómoda, se despide rápidamente. Al salir, se cruza con Marta y Pelayo. Marta sospecha de lo que ha pasado y pregunta si todo está bien. Irene improvisa una excusa diciendo que solo vino a dejar unos documentos del banco para su padre. Damián añade que se quedará a cenar, pero Irene rechaza la invitación, dejando a Marta con dudas.
De vuelta en la fábrica, Gabriel entra al despacho pensando que está vacío, pero se encuentra con Andrés. Le pregunta si puede usar la otra mesa, y Andrés accede, dejándole un documento sobre las rutas. Gabriel comenta que necesita recuperar tiempo tras el juicio. Andrés le pregunta cómo fue, y Gabriel responde que bien, que se prepararon a conciencia. Andrés lo felicita por su rigurosidad y le reconoce que no deja nada al azar. Luego, Gabriel menciona lo impresionante que fue ver a Begoña declarar, destacando su capacidad para ponerse en el lugar del acusado. Andrés sonríe, señalando que la conoce bien. Gabriel coincide, dando a entender la conexión emocional que empieza a formarse.
La conversación se traslada al tema del perfume. Gabriel pregunta por el suministro de lirio y Andrés le informa que han decidido lanzar un nuevo perfume sin esa flor, con una fórmula creada por Cristina Ricarde. Gabriel lo considera una excelente noticia y destaca el talento de Cristina. Andrés, algo amargado, comenta que no todos comparten esa opinión. Gabriel le pide que deje el tema, que lo suyo con Cristina fue un error. Andrés, con tono sarcástico, le pregunta cuál es su tipo de mujer. Gabriel no responde, y con seriedad, le pide que no insista.
Así concluye el capítulo, entre tensiones familiares, verdades que salen a la luz, relaciones que se redefinen y decisiones que podrían cambiar el rumbo de los personajes. La historia avanza dejando en el aire preguntas difíciles y promesas que, de cumplirse, podrían marcar el inicio de una nueva etapa para muchos.