Sueños de Libertad (María amenaza a Don Pedro y toma el control 😭)

En este explosivo avance de Sueños de Libertad, María demuestra que está dispuesta a todo por no perder lo que considera suyo. Aunque su mundo se tambalea y Andrés ya no la quiere en su vida, ella se aferra al matrimonio con uñas y dientes. Los De la Reina buscan por todos los medios alejarla, pero María no piensa retirarse sin presentar batalla. Esta vez, no se doblegará ante nadie.

La tensión se dispara desde el primer momento cuando Digna, con rostro serio y un aire de preocupación profunda, pide hablar con María en privado. La matriarca no disimula su inquietud: “Estoy preocupada por Julia,” le dice con franqueza. La niña acaba de perder a su padre y ahora debe asimilar que sus nuevos tutores serán María y Andrés. Es un giro que nadie esperaba, ni siquiera la propia niña.

María, aparentemente tranquila pero firme, asegura que no hay razón para temer. “Conmigo y su tío, la niña estará bien,” responde. Pero Digna no está convencida. Le confiesa que su preocupación no es solo por ella, sino por quién tomó la decisión de dejar a Julia bajo su cuidado. María corta cualquier posibilidad de diálogo con frialdad: “Jesús hizo lo que creyó mejor para su hija. Aunque Andrés, Begoña o usted se opongan, yo cumpliré con mi deber.”

En ese preciso instante aparece Andrés, que ha escuchado parte de la conversación. Sin poder contenerse, lanza un comentario cargado de sarcasmo: “¿Solo piensas en su bienestar?” María lo enfrenta sin alterar el tono. Pero Andrés, cansado de lo que considera una manipulación constante, no se guarda nada. Le reprocha que provoque a Begoña delante de la niña, generando escenas que Julia no debería presenciar. María, con su acostumbrado veneno disfrazado de calma, retruca que si Begoña le pidió perdón fue solo por presión de la niña.

Las acusaciones cruzadas crecen. María sostiene que Julia ya ha abierto los ojos y ha empezado a ver a Begoña tal como es. La tensión alcanza su punto máximo cuando Digna, enfurecida, le exige que no vuelva a hablar así de su familia. Pero María sigue adelante: “Esa niña vivía engañada, atrapada en una fachada.” Andrés, al límite, estalla: “¡No te importa Julia, solo te importa ganar!”

En medio del griterío, María lanza una frase que lo hiere profundamente: “Lo que pasa es que no sabes cómo defender a tu amorcito.” Andrés no se queda atrás. Le grita que nunca fue capaz de amar de verdad. “Solo quería que me quisieras,” le dice, quebrado, pero enseguida se retracta con dolor: “Pero tú no sabes lo que es amar.” Y cuando María le grita que se calle, Andrés sentencia: “Yo también quiero borrar todo rastro de este matrimonio.”

Las palabras de Andrés son una puñalada para María. Rota por dentro, se marcha sin rumbo, llorando de rabia, impotencia y dolor. Deambula por la casa, derrotada… hasta que, al anochecer, una chispa se enciende dentro de ella. Ya no será más una víctima, ni una marioneta de nadie. Si va a perder a Andrés, al menos lo hará luchando.

Con esa nueva determinación, se dirige al despacho de Don Pedro. Esta vez no viene a pedir favores: viene a exigir resultados. Él, como siempre, la recibe con una sonrisa diplomática, asegurándole que sus contactos en el tribunal están trabajando en ello. Pero María ya no tiene paciencia para evasivas.

“No me diga lo mismo de siempre,” dice con sarcasmo. “La carta que puede arruinar a Andrés debe llegar ya.” Don Pedro intenta explicarle que presionar demasiado podría ser peligroso, pero María no quiere oír más excusas. “Estoy harta de esperar,” espeta, y con una mirada helada, le lanza una amenaza envuelta en veneno.

“¿Cree que soy tonta? Usted me tiene en sus manos… pero cuidado. Las cosas pueden cambiar.” Don Pedro, incómodo, intenta entender a qué se refiere. María entonces da un paso adelante, acortando la distancia entre ellos, y deja caer la bomba: “¿Y si Digna descubriera que está conspirando conmigo?”

El rostro de Don Pedro se transforma. Esa amenaza no es menor: Digna es una figura clave en la junta directiva y su apoyo ha sido crucial para mantener su posición en la empresa. Si supiera la verdad, si llegara a enterarse del juego sucio que han estado llevando a cabo, todo su mundo podría derrumbarse.

El silencio que sigue lo dice todo. Don Pedro, visiblemente tenso, asiente con resignación. Sabe que María lo tiene entre la espada y la pared. En esa partida de ajedrez que ha comenzado, ella acaba de hacer jaque. María ha ganado otra batalla.

Pero, ¿será definitiva? Aunque hoy ha logrado imponerse y tomar control de la situación, su posición sigue siendo frágil. Andrés la desprecia, busca la nulidad del matrimonio y está decidido a dejar atrás todo lo que tenga que ver con ella. Pero mientras María tenga esa carta en juego —literal y figuradamente—, él no podrá deshacerse de ella tan fácilmente.

La pregunta queda en el aire: ¿logrará María mantener a Andrés a su lado con amenazas y manipulación? ¿O finalmente la verdad y el rechazo terminarán por destruir todo lo que ha intentado conservar a la fuerza?