👻 ¡EL FANTASMA DE LA MARQUESA HA REGRESADO! EL CUADRO QUE ENLOQUECE A TODOS — LA PROMESA PRENDE FUEGO AL PALACIO
En las profundidades del majestuoso palacio donde transcurre “La Promesa”, una nueva oleada de tensión comienza a apoderarse del ambiente. Un viejo cuadro, durante años ignorado por los habitantes de la finca, ha empezado a hacer temblar las paredes. Se trata del retrato de la difunta marquesa Cruz, una figura que, aunque ausente en cuerpo, parece más presente que nunca en espíritu. Y ahora, muchos en la casa están convencidos de que su fantasma ha regresado.
Todo comienza con un inquietante descubrimiento: el retrato de la marquesa, hasta entonces colgado en uno de los pasillos principales, aparece descolgado, con la tela rasgada. Pero lo más alarmante no es el daño físico a la pintura, sino lo que parece desprenderse de ella: una energía extraña, una especie de fuerza que altera el comportamiento de quienes se acercan demasiado. Algunos criados susurran que han escuchado susurros en la noche, otros aseguran haber visto sombras que cruzan las habitaciones vacías, siempre acompañadas de un perfume que solo la marquesa usaba en vida.
Manuel, que nunca logró cerrar el capítulo de la muerte de su madre, es el primero en verse afectado. Desde que volvió a posar la vista sobre aquel cuadro, ha empezado a tener pesadillas. Sueña con su madre llamándolo desde un rincón oscuro, advirtiéndole que algo terrible se avecina. En su desesperación, Manuel decide investigar el pasado de su madre, y lo que encuentra lo deja desconcertado: una carta escrita por Cruz antes de morir, donde advierte que su muerte no fue natural y que alguien cercano la traicionó.
Este hallazgo desata una cadena de consecuencias impredecibles. Pía, siempre tan racional, comienza a mostrar signos de miedo. Ella también ha sentido la presencia de la marquesa y confiesa que durante una noche creyó ver su silueta caminando por el jardín. Al mismo tiempo, las relaciones entre los habitantes del palacio comienzan a deteriorarse. Algunos, como Curro, caen en crisis existenciales al sentirse perseguidos por errores del pasado. Otros, como Rómulo y Jana, se aferran a la lógica, aunque incluso ellos comienzan a preguntarse si lo que ocurre puede tener explicación.
El cuadro, restaurado parcialmente por órdenes de Alonso, no calma los ánimos. Al contrario: durante la ceremonia de reinauguración, una de las lámparas del salón cae al suelo sin explicación alguna. Nadie resulta herido, pero el miedo se apodera de todos. A partir de ese momento, muchos evitan pasar cerca del retrato, y quien lo hace sufre de insomnio, cambios de humor e incluso alucinaciones.
Leocadia, siempre con una respuesta a todo, asegura que se trata de una manipulación psicológica colectiva y exige retirar el cuadro definitivamente. Pero Alonso se niega. Él también ha comenzado a recordar cosas que había sepultado: una discusión violenta que tuvo con su esposa poco antes de su muerte, y una frase que ahora resuena en su mente: “La verdad saldrá a la luz, aunque me lleve años”.
La tensión se vuelve insostenible cuando Petra, una de las criadas más antiguas, sufre un colapso nervioso tras asegurar haber visto el reflejo de la marquesa en un espejo. La joven es internada en un convento para su recuperación, pero antes de irse deja caer una frase que helará la sangre de todos: “La marquesa no ha terminado lo que vino a hacer”.
En medio del caos, Manuel decide convocar a todos en el salón. Sosteniendo en sus manos la carta de su madre, revela el contenido a los presentes: Cruz sospechaba de una conspiración dentro del palacio y temía por su vida. Menciona a varios nombres en clave, pero uno de ellos está escrito con claridad: Leocadia. La acusación es brutal. La mujer, visiblemente alterada, niega todo, pero su nerviosismo la delata. Alonso interviene, y aunque duda, comienza a creer que su esposa pudo haber descubierto algo muy oscuro antes de morir.
Curro, afectado por todo lo ocurrido, decide enfrentar a su madre. Le exige la verdad. Leocadia, acorralada, termina por confesar parcialmente que tuvo diferencias con Cruz, pero niega haberle hecho daño. Sin embargo, el silencio de quienes la rodean la condena. La sombra de la marquesa es ahora más fuerte que nunca.
El episodio culmina con un giro espeluznante. Mientras todos duermen, el retrato vuelve a descolgarse solo, esta vez sin que nadie lo toque. Las cámaras de seguridad del palacio —colocadas recientemente por precaución— captan una figura borrosa moviéndose en el salón a las tres de la madrugada. La grabación es revisada por Alonso y Manuel, quienes no pueden explicar lo que ven: una mujer vestida de blanco, con el mismo peinado que Cruz, atravesando la habitación y desapareciendo frente al retrato.
Una cosa es segura: “La Promesa” entra en una etapa de misterio sobrenatural que amenaza con cambiarlo todo. Y mientras el cuadro siga colgado, la paz será solo una ilusión. Porque el fantasma de Cruz aún tiene cosas que decir… y secretos por vengar.