🔥 Y en el próximo capítulo de La Promesa…
Tras percibir que Curro representa una amenaza creciente, Leocadia mueve sus hilos con astucia y convence a Alonso de que lo mejor para la familia es que el joven abandone el palacio. Bajo presión emocional, el marqués cede y cita a su hijo para comunicarle su decisión: deberá marcharse a Italia, bajo el pretexto de un retiro diplomático. Curro, herido, entiende que está siendo apartado no por protección, sino por vergüenza.
Mientras prepara sus pertenencias, Ángela, conmovida, le declara su amor y le pide ir con él, pero Curro, sabiendo lo peligroso del complot en su contra, decide marcharse solo. Ambos se despiden entre lágrimas, sellando una promesa de reencuentro.
Pero justo antes de que Curro cruce la puerta, Alonso irrumpe y lo detiene. En un giro inesperado, el marqués cambia de parecer: no será Curro quien se vaya… sino Leocadia. Ha descubierto sus manipulaciones y, finalmente, la enfrenta.
¿Cómo? Porque antes, en una escena tensa en la biblioteca, Leocadia y Lorenzo habían confesado su desesperación por los avances de Curro en la investigación de Hann, Eugenia y la caída del caballo. La intención, aunque no del todo clara, era apartarlo, silenciarlo. Leocadia sugería usar la influencia emocional sobre Alonso para lograr su propósito, y todo parecía marchar según el plan… hasta que la verdad se les escapó de las manos.
Durante un enfrentamiento final en la habitación de Curro, al ver a Ángela abrazada a él, Leocadia estalla y, fuera de sí, revela por accidente que fue ella quien saboteó la montura del caballo en aquel trágico accidente. Lo hizo para “asustarlo”, pero deseaba que él cayera… y muriera.
Curro queda en shock. Ángela, horrorizada. Y justo en ese momento, Alonso entra a la escena, habiendo escuchado todo. El rostro del marqués se desencaja. Lleno de dolor y traición, encara a Leocadia y le exige una sola cosa: que abandone el palacio para siempre.
Con la verdad al fin expuesta, Curro se queda. El hijo bastardo, al que tantos quisieron callar, finalmente es reconocido y protegido por su padre.