Título: “Lope y el retrato perdido: secretos, emociones y una inesperada revelación”
En los próximos capítulos de La Promesa, la tensión se instala en el ambiente cuando Lope aparece de manera inesperada en casa de doña Amalia. Su presencia despierta sospechas inmediatas y la mujer no tarda en enfrentarlo con una pregunta directa: “¿Qué haces en mi casa, Lope?”. Ella teme que todo esto sea una nueva artimaña de Vera, pero Lope, nervioso pero sincero, le asegura que, por el contrario, Vera solo desea que todo se arregle y que el duque comprenda que su hija no está con cualquiera, sino con un hombre responsable y digno.
A pesar de sus palabras, doña Amalia sigue inquieta por los motivos reales de su visita, sobre todo por su insistencia en acceder al despacho. Finalmente, Lope decide sincerarse: ha venido por un retrato. Según le contó Vera, en ese despacho debía haber un retrato familiar, algo que podría aliviar el alma de Mercedes. La joven, pese a su nueva vida, extraña profundamente a los suyos. Lope no se atrevió a pedir permiso antes por miedo a que se lo negaran, pero su deseo era llevar esa imagen para reconfortar a Mercedes en los momentos de tristeza y nostalgia.
Conmovido, Lope se atreve a abrir su corazón: ama profundamente a la hija de doña Amalia y no soporta verla afligida. Su intención es hacer lo que sea necesario para verla feliz, incluso si eso significa enfrentar la desaprobación de su familia. Doña Amalia, al escucharlo, confiesa también cuánto extraña a su hija y reconoce que ambos comparten ese amor incondicional hacia ella.
Sin embargo, la revelación más dolorosa llega al final. Doña Amalia le explica que ya no hay retrato que entregar. Gonzalo, devastado por la fuga de su hija y la denuncia que lo enfrentó a la justicia, lo quemó todo en un arranque de ira y despecho. Lope queda en silencio, sin saber que Mercedes jamás sabrá de ese gesto desesperado de su padre.
Aun así, Lope insiste: Mercedes no está mal, al contrario, ha encontrado una felicidad verdadera a su lado. Es una nueva etapa en su vida, una vida libre y plena, y él está dispuesto a hacer cualquier sacrificio para proteger esa felicidad. Doña Amalia, entre lágrimas, reconoce el amor que ambos sienten por su hija.
Este encuentro entre Lope y doña Amalia no solo revela secretos dolorosos del pasado, sino que también deja al descubierto los sentimientos más humanos: el amor, el arrepentimiento, la nostalgia y la esperanza. Y aunque el retrato ya no existe, el recuerdo de la familia sigue vivo en quienes aún la aman.