🕯️ Y en el próximo capítulo de la serie “La Promesa”…

Decidido a descubrir toda la verdad, López cumplirá su promesa y logrará infiltrarse en la residencia del Duque de Carril. Su aliada será Vera, quien arriesgará todo para entregarle una copia de las llaves que le permitirá entrar por el sótano. Mientras tanto, López desaparecerá del palacio sin dejar rastro, lo que despertará la preocupación de Curro, ya que si su amigo es descubierto, todo el plan podría venirse abajo.

Justo cuando nadie lo esperaba, López regresará con una pequeña caja en la mano que contiene algo capaz de cambiarlo todo: pruebas que revelan un oscuro secreto y desenmascaran a los verdaderos responsables de la muerte de Hann.

Todo comienza una tarde tensa cuando López logra colarse en los jardines traseros del palacio, buscando a Vera. Ella, sorprendida por su aparición repentina, lo escucha decir entre susurros urgentes que necesita su ayuda. Al principio, Vera duda: no quiere volver a poner en riesgo su trabajo como la última vez. Pero al ver la determinación de López, y al escuchar cómo su investigación podría desbaratar una red criminal vinculada al duque, acepta, entregándole una llave que da acceso directo al sótano.

Con el corazón latiendo fuerte, López se despide de Vera y desaparece entre los árboles. Durante los siguientes días, su ausencia se hace evidente: no aparece en los comedores, ni nadie lo ve rondando. Curro y María Fernández notan su desaparición, Pía se inquieta al ver que su cama sigue intacta, y Rómulo guarda silencio, aunque sus sospechas crecen.

Pía, ahora gobernanta oficial, se reúne discretamente con Curro en el lavadero. El joven le confiesa su preocupación: sabe que López fue a la casa del duque porque descubrió algo muy serio. Ambos acuerdan guardar el secreto… por ahora. Pero Ricardo, el mayordomo, los sorprende y los confronta con su habitual astucia. Aunque no consigue una confesión clara, intuye que algo mucho más grande se está gestando tras la desaparición de López.

Después de días de incertidumbre, una mañana gris, un caballo relincha al sentir pasos entre los árboles. Es López, sucio, agotado y cubierto de polvo, pero con la mirada decidida. En su mano lleva una caja de madera cerrada con una tira de cuero. Entra al palacio sin decir palabra, va directo a buscar a Curro y, jadeando, le revela: logró entrar en la casa del duque y consiguió pruebas.

Dentro de la caja hay documentos antiguos, registros bancarios, fotos y un cuaderno manuscrito con dibujos de joyas y nombres falsos. En una de las páginas, el escudo del Duque de Carril confirma lo impensable: el duque, Leocadia y Lorenzo son socios en una red clandestina de joyería que usaba piezas con compartimentos ocultos para transportar venenos. Esa fue la manera en que Hann fue eliminada.

Curro, impactado, jura proteger ese material y llevarlo a Manuel. Horas más tarde, golpea su puerta, y ya dentro, le muestra el contenido. Manuel, al revisar los documentos, no puede contener su furia: descubre que su madre fue incriminada injustamente por la muerte de Hann, mientras los verdaderos culpables actuaban por codicia.

Esa misma noche, mientras el palacio se engalana para una celebración donde Adriano será nombrado conde, Manuel toma una decisión. Subirá al escenario, pedirá silencio y, frente a todos los nobles, hará una revelación que cambiará el curso de la historia.

Con voz firme, Manuel anuncia que el duque Lisandro, Leocadia y Lorenzo están involucrados en una red criminal. Muestra los documentos frente a todos, incluyendo uno con el escudo del duque y otro que detalla cómo las joyas se usaban para transportar veneno. Señala que la joya que Leocadia lleva puesta esa noche fue una de las utilizadas en un crimen, y que una exempleada la entregó a Curro como prueba.

El escándalo estalla. Lisandro grita que todo es una calumnia, pero Manuel insiste: hay firmas, contratos y transacciones. Leocadia se levanta, indignada, pero su rostro la delata. Lorenzo intenta escapar, pero justo en ese momento, el sargento Burdina entra con varios guardias.

Burdina anuncia que ya tiene en sus manos las pruebas y que los tres están formalmente detenidos por asociación criminal y uso de sustancias letales. Lisandro intenta defenderse alegando su título, pero Burdina lo interrumpe: “El uniforme no protege a los criminales”. Leocadia intenta huir, Lorenzo grita que es una mentira, pero ambos son arrestados en el acto.

Los invitados quedan en shock. Catalina abraza a Adriano, Alonso se sienta pálido, sin palabras. Manuel concluye con una frase que resonará en todos:

“La verdad, aunque tarde, siempre sale a la luz.”

Esa noche, el salón que debía ser testigo de una celebración, se transforma en el escenario de la justicia.