Spoiler: Una llamada imprudente, una verdad revelada y una decisión inesperada en La Promesa

La tensión emocional alcanza nuevos niveles cuando sale a la luz una atrevida decisión tomada por Jana: contestar el teléfono de Manuel y hablar directamente con don Pedro Farré. Aunque el gesto podría parecer temerario, lo cierto es que ella lo hizo por impulso, algo que siempre le ha reprochado su madre, quien le insistía en pensar antes de actuar. Sin embargo, esta vez ese instinto la llevó a tomar la iniciativa, ganándose tanto el respeto como el desconcierto de quienes la rodean.

Curiosamente, lejos de juzgarla, la conversación se torna en una reflexión sobre la impulsividad. Jana se culpa por lo que hizo, mientras su interlocutor la alienta, viendo en su espontaneidad no una falla, sino una virtud. En tiempos de decisiones urgentes y caminos inciertos, pensar demasiado puede ser más peligroso que actuar con el corazón.

El tema cambia de rumbo cuando se toca un asunto mucho más delicado: la esposa de Manuel y el trato que ella hizo con los padres de este. La conversación se vuelve tensa. Jana admite que habló con Manuel del tema, aunque sin revelar la fuente de la información. Sin embargo, Manuel no es ingenuo y ata cabos rápidamente: solo alguien dentro de La Promesa pudo contarle algo tan íntimo.

En ese momento aparece Manuel, interrumpiendo el ambiente cargado de emociones. Jana y su acompañante se sinceran de inmediato. Ella asume la responsabilidad por haberle arrebatado el teléfono, por haberle aconsejado huir, y por mencionar a su esposa. Es una escena intensa, donde la vulnerabilidad se mezcla con el arrepentimiento.

Pero lo más inesperado no es la confesión, sino la reacción de Manuel. En lugar de enfadarse, cambia el foco del conflicto hacia el futuro del motor que están desarrollando. Él decide detener el envío del prototipo a Madrid, anulando la idea de que don Pedro sea quien realice las pruebas. En cambio, propone aprovechar un modelo prestado por un amigo suyo, Diego Mejías, muy similar al que ellos están diseñando.

La emoción se apodera de los presentes cuando Manuel, en un giro determinante, se ofrece como voluntario para probar el motor. Asume su papel como líder del proyecto y deja claro que si alguien debe arriesgarse en este experimento, ese es él. Una decisión valiente que no solo cambia el rumbo del proyecto aeronáutico, sino que también redefine su relación con Jana y los demás implicados.

Con esta escena, La Promesa demuestra que las decisiones impulsivas, aunque arriesgadas, pueden ser catalizadoras de verdades necesarias y de cambios profundos. Jana, que comenzó el día con una culpa creciente, termina viéndose reflejada en Manuel, quien decide seguir su ejemplo: actuar con el corazón y sin miedo.