Spoiler: La verdad arde entre las sombras
En un tenso encuentro entre Curro y doña Pía, se revelan pistas estremecedoras que podrían cambiar el rumbo de la historia en La Promesa. Todo empieza con una conversación aparentemente casual, cuando Pía interrumpe a Curro con una pregunta cargada de preocupación: López ha regresado del palacio de los duques de Carril, y ella espera ansiosa alguna novedad sobre el cuaderno perdido. Pero la esperanza dura poco: el cuaderno ha sido destruido, arrojado al fuego, probablemente por don Gonzalo, según las sospechas de López.
La incredulidad de Pía es inmediata, pero no hay tiempo para lamentaciones. Aunque no recuperaron el cuaderno, López logró descubrir algo aún más importante: el capitán De la Mata visitó el palacio de los duques en persona y mantuvo una reunión privada, lo que hace pensar que su implicación en los crímenes es mucho más profunda de lo que creían.
Gracias a la intervención de doña María, López logró escapar sin ser visto por el capitán, lo que fue clave para su seguridad. Sin embargo, al no poder escuchar la conversación entre el capitán y los duques, quedan muchas preguntas en el aire. Aun así, la destrucción del cuaderno justo después de esa visita no parece una coincidencia: todo apunta a que De la Mata quería borrar pruebas, especialmente de dos delitos que lo incriminan directamente: el intento de asesinato de Curro y el envenenamiento de Jana.
Pía y Curro comienzan a encajar las piezas. El veneno, la muerte del doctor Gamarra —el único que podía testificar—, y los intentos de silenciar a los que seguían investigando. Todo conduce a una conclusión alarmante: el capitán está dispuesto a todo con tal de borrar su rastro, incluso matar.
Curro lo tiene claro: él fue el objetivo desde el principio. El capitán creyó que después del atentado, él se rendiría y dejaría de investigar. Pero Curro no se detuvo. Al enterarse de la desaparición de Esmeralda por la prensa, el capitán se asustó. Sabía que esa desaparición podría reabrir el caso, así que regresó al palacio de los duques con una misión clara: eliminar la última prueba incriminatoria. Y así, el cuaderno ardió.
La escena termina con una atmósfera densa de tensión y dolor, pero también de determinación. Pía está visiblemente asustada: el capitán está alerta, más peligroso que nunca, y eso podría poner en riesgo sus vidas. Sin embargo, Curro, con una mezcla de furia y valentía, lanza una frase que lo dice todo: “No tengo miedo. Ojalá venga a por mí, porque quiero preguntarle en la cara por qué mató a mi hermana”.
La batalla no ha terminado. De hecho, acaba de escalar a un nuevo nivel. El enemigo ya no se oculta en las sombras, sino que actúa con premeditación, quemando pruebas, manipulando encuentros, y dejando un rastro de dolor que parece no tener fin. Pero Curro y Pía no están dispuestos a retroceder.
Lo que viene promete ser un enfrentamiento directo, con la verdad como única arma. Y los espectadores, atentos, no querrán perderse ni un segundo de este duelo cargado de emoción, justicia y heridas del pasado aún por cerrar.