Sabíamos que el regreso de Santiago a Sueños de Libertad iba a traer muchísimo drama… y no nos equivocábamos
Lo que prometía ser un retorno cargado de tensión se ha convertido en uno de los episodios más oscuros y estremecedores de Sueños de Libertad. La trama nos ha llevado a un punto sin retorno, con allanamientos, secuestros, amenazas y una muerte trágica que pocos vieron venir. El asesinato de Santiago no solo impacta por su crudeza, sino por todo lo que arrastra para quienes quedan atrás.
Desde su encarcelamiento, Santiago nunca buscó redención. Lejos de apagarse, su rencor se ha alimentado día tras día, incubando un deseo enfermizo de venganza. El permiso penitenciario para acudir al funeral de su abuela fue la oportunidad perfecta para ejecutar su plan. Aprovechando un descuido, burló la vigilancia de la Guardia Civil y desapareció, decidido a ajustar cuentas con las personas que, según él, destruyeron su vida: Fina y Marta.
La elección del lugar no fue casual. Santiago se dirigió a la casa de los Montes, ese refugio íntimo donde Marta y Fina habían construido su relación. Allí, con el odio corriendo por sus venas y el alcohol nublando su juicio, se atrincheró, revisó la despensa y aguardó a sus víctimas. La primera en llegar fue Fina. El impacto de verlo en su hogar fue devastador; el terror la dejó inmóvil, reviviendo los peores recuerdos de su pasado con él. Aprovechando su parálisis, Santiago la acorraló con intenciones claras de agredirla.
Pero el sonido de la llegada de Marta cambió sus planes. Sin perder tiempo, ató a Fina y esperó a que la empresaria entrara en la casa. Marta, al ver a su pareja maniatada y a Santiago en la sala, sintió cómo todo su mundo se tambaleaba, aunque logró disimularlo para ganar tiempo. Intentó negociar con él, apelando a su cordura, pero no hubo respuesta positiva. Esa distracción, sin embargo, dio a Fina la oportunidad de soltarse.
Liberada, Fina atacó con una botella en un intento desesperado por incapacitarlo, pero el golpe no logró frenar su furia. En el forcejeo, Santiago se abalanzó sobre ella sin percatarse de que tenía su navaja en la mano. El arma se clavó en su abdomen con una herida mortal que selló su destino en segundos. Así, irónicamente, fue su propio impulso el que lo llevó a la muerte.
Para Fina y Marta, el alivio de librarse de un agresor que amenazaba sus vidas se mezcló con un sentimiento de culpa desgarrador. Fina, especialmente, quedó destrozada emocionalmente. A pesar de que fue un acto de defensa propia, no podía quitarse de encima el peso de haber matado a un hombre, aunque ese hombre fuera Santiago.
Su primer impulso fue llamar a la Guardia Civil para declarar lo sucedido. Sin embargo, Marta intervino rápidamente. Sabía que la presencia de las autoridades podría abrir una caja de Pandora, exponiendo su relación y atrayendo una atención no deseada. Su propuesta fue tajante: callar y deshacerse del cuerpo como si Santiago jamás hubiera vuelto a sus vidas.
En paralelo, Pelayo descubrió la fuga de Santiago y, preocupado por la seguridad de Marta y Fina, se dirigió a la casa. Al llegar, se encontró con una escena inesperada: las mujeres intentando enterrar el cadáver. Su reacción fue sorprendentemente calmada. No solo no se alarmó, sino que se ofreció a encargarse de ocultar el cuerpo, dándoles la oportunidad de alejarse y limpiar cualquier rastro.
Pero en el mundo de Sueños de Libertad, nada es tan generoso como parece. Ese acto de aparente buena voluntad podría esconder intereses mucho más oscuros. Pelayo, político astuto y calculador, no suele mover un dedo sin obtener algo a cambio. Y el hecho de que en sus manos acabara el arma del crimen —la navaja con las huellas de Fina y la sangre de Santiago— abre la puerta a sospechas inquietantes.
La muerte de Santiago, que ocurrirá en el capítulo 375 —programado para emitirse el miércoles 20 de agosto en Antena 3—, no será el final de sus problemas. Incluso desde la tumba, su sombra seguirá proyectándose sobre las vidas de Marta, Fina y Pelayo. Para Fina, el simple hecho de que alguien con sus antecedentes penales se vea involucrada en un homicidio ya complica gravemente su situación. Para Marta, el riesgo de un escándalo mediático podría poner en jaque no solo su reputación, sino también su vida personal y empresarial.
Y en medio de todo, queda Pelayo con el arma incriminatoria. La pregunta que flota es inevitable: ¿usará esta evidencia para manipular a Fina y separarla de Marta? ¿Se atreverá a traicionar a su propia esposa con tal de proteger su carrera política y su imagen pública? En Sueños de Libertad, las lealtades siempre tienen un precio, y este podría ser demasiado alto.
Este episodio no solo destaca por su crudeza y ritmo trepidante, sino por la carga emocional que deja en los personajes. El espectador no asiste solo a la caída de un villano, sino al inicio de una nueva cadena de conflictos que promete hacer temblar todo lo que conocíamos de esta historia. La tensión entre lo moralmente correcto y lo necesario para sobrevivir será el motor de las próximas entregas.
Con Santiago fuera de juego, las cartas se redistribuyen, pero no necesariamente para bien. Lo que podría parecer un triunfo para Marta y Fina podría convertirse en una trampa mortal. Pelayo, con su silencio cómplice y su conocimiento del crimen, se posiciona como un jugador clave, capaz de decidir el destino de ambas.
En definitiva, la serie vuelve a demostrar que no teme arriesgarse con giros valientes y consecuencias reales. La muerte de Santiago es un punto de inflexión que reconfigura alianzas, despierta viejos miedos y deja claro que en este universo, incluso un acto en defensa propia puede transformarse en un arma de doble filo. Y lo más inquietante es que, a partir de ahora, nadie está a salvo.