La Promesa: El ocaso de Lorenzo está más cerca que nunca

Atención, porque se avecinan capítulos que prometen incendiar los cimientos de La Promesa. Y en el centro de esta tormenta no podía estar otro que Lorenzo de la Mata. Pero, a diferencia de otras veces, no se trata de uno de sus intrincados movimientos estratégicos: esta vez, podría tratarse de su final definitivo.

El que siempre fue considerado intocable, astuto, y siempre un paso por delante, ahora está al borde del colapso. Su caída no es provocada por un solo enemigo, sino por una red de adversarios que estrechan el cerco cada vez más. La tensión se respira en el aire del palacio como una amenaza latente. Todas las miradas están cargadas de sospechas; cualquier mínimo movimiento podría desencadenar un desastre.

Curro ha abierto los ojos. Lo ha entendido todo: la trampa del caballo, los engaños de Lorenzo, y sobre todo, su implicación en la tragedia de Hann. Lo más revelador es que Curro ha jurado vengarse, cueste lo que cueste. Incluso está dispuesto a pagar con su propia libertad. Así se lo confesó a Ángela con una determinación que hiela la sangre.

A la vez, el matrimonio forzado entre Catalina y Pelayo, organizado por Lorenzo y Cruz, está a punto de estallar. La farsa ya no se sostiene y nadie cree en esa unión impuesta.

Leocadia, quien durante tanto tiempo protegió a Lorenzo sin reservas, empieza a mostrar grietas en su lealtad. Sus ojos, antes firmes, ahora reflejan una mezcla de duda y remordimiento. Y cuando hasta los más fieles empiezan a retirarse, el derrumbe es solo cuestión de tiempo.

El momento más tenso llega con un estallido emocional: Curro, cegado por la rabia, casi agrede físicamente a Lorenzo. Fue Ángela quien lo detuvo en el último segundo, pero ¿cuánto más podrá contener esa ira acumulada durante tanto tiempo?

Lorenzo, que solía mover las piezas como si todos fueran peones de su ajedrez, se encuentra ahora atrapado en su propia red. Sus secretos han salido a la luz, sus mentiras se derrumban, y en los pasillos se rumorea que alguien —quizás Curro, Ángela o ambos— está preparando el golpe final.

Además, el crimen de Hann, que parecía enterrado, vuelve a cobrar protagonismo. Algunos ya sospechan que Lorenzo está detrás de esa tragedia. Y si eso se confirma, el castigo no será solo moral, sino también legal y, tal vez, trágico.

Los próximos episodios prometen ser una sucesión de revelaciones impactantes. Nada es seguro. Las traiciones están al acecho. El precio a pagar será alto. Pero una cosa es clara: la caída de Lorenzo ya está en marcha. Su descenso a los infiernos parece inevitable, y solo queda por saber si será silencioso… o una explosión que arrastrará a todos consigo.

Y mientras todo esto sucede, Lorenzo se ve envuelto en oscuros negocios junto al Duque de Carril y Don Gonzalo, el padre de Vera, conocido por su turbio pasado. Las pistas apuntan hacia Lorenzo: documentos desaparecidos, nombres borrados, cuadernos quemados… todo señala a una conexión con la esclavitud, la misma que ensució la historia de su suegro, Juan Izquierdo. Lorenzo, parece, no ha hecho más que seguir sus pasos.

Ángela, por su parte, sigue luchando. Determinada y valiente, cava sin descanso para sacar a la luz todas las verdades ocultas del capitán. Sin embargo, Lorenzo no ha dejado de manipular. En una fiesta cuidadosamente planeada, expuso a Ángela al acoso del marqués de Andújar, un hombre despreciable que intentó propasarse con ella. La reacción de Ángela fue inmediata: un puñetazo certero que lo derribó. La escena fue presenciada por testigos silenciosos que, en el fondo, sabían que ella solo se defendía.

Pero todo formaba parte del maquiavélico plan de Lorenzo, quien obligó a Ángela a asistir como su secretaria para tenderle una trampa. Ahora, la reputación de Ángela está en riesgo, pero ella no está sola. Doña Leocadia ha comenzado a comprender lo que está ocurriendo. Y si hay algo que sabemos de ella, es que cuando alguien se mete con lo que más quiere, se convierte en una fiera. Basta recordar cuando Cruz insinuó algo sobre su hija: Leocadia no dudó en saltar a la yugular.

El castillo de naipes de Lorenzo se tambalea. Leocadia ya ha advertido a Ángela que no cometa errores, mostrando una actitud protectora casi salvaje, como una madre defendiendo a su cría. Si todo estalla, Ángela está dispuesta a arriesgarlo todo. Incluso ha recibido una absurda propuesta de matrimonio por parte de Lorenzo, quien afirma que así limpiaría su nombre. Pero ni el espectador más ingenuo podría creer en semejante farsa. Ángela es una mujer libre, fuerte, indomable. Y una metáfora lo resume todo: una yegua salvaje vestida de novia. Imposible que acepte ser parte de una mentira tan burda.

La tensión se acumula y el final se acerca. Doña Leocadia, astuta y decidida, ha optado por intervenir directamente, enfrentando al marqués de Andújar en su propia casa, dispuesta a todo para proteger a Ángela. Y esta batalla no tardará en explotar en la cara del capitán.

Con enemigos en todas partes, alianzas desmoronándose y una cadena de errores que no deja de crecer, el destino de Lorenzo parece sellado. En una telenovela diaria, nadie es eterno, y todo apunta a que estamos a punto de presenciar su caída definitiva. No una simple desaparición, sino un golpe de efecto que marcará la historia de La Promesa.