Spoiler: Despedidas, nuevas etapas y amor maduro en La Promesa
Esta semana, La Promesa nos deja con un sabor agridulce, ya que marca el final de una etapa entrañable en la historia de Rómulo y Emilia, al tiempo que nos ofrece una mirada profunda a lo que significa comenzar de nuevo, incluso cuando parece que ya todo estaba dicho.
Joaquín Climent, el actor que da vida a Rómulo, comparte con emoción cómo fue su llegada a la serie. Recuerda su primer día de rodaje, el 4 de septiembre, en exteriores, preparando la boda de Tomás. Desde ese momento, sintió que había algo especial. La serie le exigió sumergirse en un personaje muy emocional, muy humano, y con el paso del tiempo, ese papel casi lo arrastró con naturalidad, como si el personaje lo poseyera. Reconoce que la química con sus compañeros fue clave, y especialmente con Arantxa Aranguren, quien interpreta a Emilia, encontró una complicidad inmediata, de esas que parecen de toda la vida.
Para Joaquín, esta experiencia no solo marcó una etapa laboral, sino también personal. Coincide con un momento de replanteamiento vital, con la llegada de la jubilación formal, aunque deja claro que como actor seguirá activo. Su paso por La Promesa se convierte, por tanto, en un punto de inflexión: no solo cierra un personaje, sino una manera de vivir y trabajar.
El set de su despacho en la serie fue para él casi un espacio sagrado. Ahí se desarrollaron muchas escenas íntimas, confidencias, emociones fuertes. Cada secuencia allí tenía una carga especial, y el hecho de trabajar en un espacio reducido ayudaba a crear una atmósfera de cercanía y profundidad emocional. Muchas de las secuencias más recordadas por el actor sucedieron allí, especialmente aquellas que marcaron encuentros, desencuentros y decisiones cruciales.
Arantxa Aranguren también rememora su experiencia como Emilia con emoción. Reconoce que su llegada fue como una bocanada de aire fresco, no solo para la historia, sino también para ella como actriz. Interpretar a una mujer con carácter, que llega con fuerza pero también con ternura, fue un regalo inesperado. Habla de la evolución de su personaje y de la hermosa historia de amor maduro que construyeron con Rómulo, una relación que no suele verse representada con tanta sensibilidad en la televisión.
Ambos coinciden en que La Promesa les ofreció la oportunidad única de contar una historia de amor real, madura, sin artificios, en la que dos personas ya con vivencias a cuestas deciden arriesgar y empezar de nuevo. Y es justamente eso lo que creen que conectó tanto con el público, especialmente con los espectadores mayores, que se vieron reflejados y representados. Pero también con los jóvenes, porque muestra que la vida no termina en una edad concreta, que siempre hay espacio para volver a amar, para ilusionarse.
En lo técnico, ambos actores destacan la calidad del equipo artístico y humano de la serie. El ambiente de trabajo fue acogedor, profesional, y eso se notó en el resultado. Para Arantxa, que llegó por un período concreto, la experiencia fue tan grata que se sintió segura y relajada durante el rodaje, algo que pocas veces ocurre. Disfrutó cada escena, cada minuto, y valora profundamente el apoyo que recibió.
También resaltan la importancia de la vocación en este oficio. Actuar es un trabajo exigente, emocional y físico, que solo puede sostenerse con pasión. Y eso, aseguran, se notaba en cada rincón del set, desde los técnicos hasta los intérpretes. El compromiso del equipo era absoluto.
Ambos se emocionan al hablar de las secuencias que grabaron juntos. Las escenas del despacho, los momentos de declaración y vulnerabilidad, los silencios compartidos, incluso el día de la falsa ceremonia, donde Rómulo y Emilia estuvieron rodeados por todos, marcó un antes y un después. Fue un momento simbólico, como un cierre y a la vez una celebración de lo vivido.
Para Arantxa, lo más valioso fue poder contar una historia que rompe estereotipos. Mostrar que el amor no tiene fecha de caducidad, que los personajes mayores también sienten, desean, sueñan. Aporta profundidad, verdad y humanidad a una narrativa muchas veces centrada en la juventud.
Ambos actores, profundamente agradecidos, expresan su deseo de que la historia tenga larga vida y que Emilia pueda volver. Entre bromas, Arantxa sugiere que podrían retomar la historia con algún conflicto inesperado —una discusión, una reconciliación, una decisión impulsiva de regresar. Porque aunque Emilia se ha ido, el cariño que sintió dentro de la serie la sigue acompañando.
Al final de la entrevista, la emoción es evidente. Joaquín se despide con un mensaje de gratitud sincera hacia el público que los ha seguido, a los jóvenes que sueñan con dedicarse a la actuación, y al equipo que ha hecho posible una serie que no solo entretiene, sino que toca el alma. Arantxa, por su parte, reafirma que ha sido una experiencia que la ha hecho feliz, una etapa que se lleva en el corazón.
Y aunque esta historia parezca llegar a su fin, lo que han sembrado Rómulo y Emilia quedará grabado para siempre en la memoria de La Promesa, como prueba de que nunca es tarde para comenzar de nuevo.